Marruecos, al otro lado del espejo

Vecino inmediato de España, Marruecos es mucho más que una frontera sur: es una tierra de contrastes profundos y relaciones complejas. Nos separan solo 14 kilómetros de Estrecho, pero siglos de historia, disputas territoriales y tensiones migratorias han tejido una relación ambivalente entre ambos países. A pesar de los acuerdos bilaterales y las alianzas estratégicas, persisten los roces políticos: desde Ceuta y Melilla hasta el control de las rutas migratorias o el reconocimiento del Sáhara Occidental.

Cuando he llegado a Rabat, Marrakech, Fez o Tánger, he querido observar sin prejuicios. A través de estas imágenes, busco registrar lo cotidiano en un país que muchas veces nos resulta familiar solo en apariencia. Marruecos se muestra como un espejo deformado: nos refleja, pero también nos desconcierta.

Hoy, Marruecos juega un papel clave en las políticas europeas de control fronterizo y en la contención de flujos migratorios. España, en su posición de bisagra entre África y Europa, mantiene una diplomacia delicada donde se cruzan intereses económicos, cooperación en seguridad y silencios pactados sobre los derechos humanos. Este trabajo no pretende explicar ese entramado, pero sí detenerse en las vidas que lo atraviesan. Personas que viven al margen de las estrategias geopolíticas, pero en el centro mismo de sus consecuencias.